Twitter,
la red social que más uso en mi actividad diaria con diferencia, supera ya los
500 millones de usuarios al máximo de energía. Esta red de “microblogging”, que
nació hace siete años, ha conseguido establecer una nueva forma de comunicación
reducida a 144 caracteres que, sin duda, no deja a nadie indiferente. La
velocidad con la que navegan las noticias y los comentarios también genera un
problema: todo se reduce a unos cuantos minutos de gloria. Las palabras que escribas, aunque creas que
son lo mejor que has dicho en años, rápidamente se verán sepultadas por
millones de caracteres más. Es el poder de lo efímero.
Desde las nuevas movilizaciones sociales
hasta el último programa de televisión, Twitter se ha inmiscuido en la vida de
la gente hasta límites sin igual. Más que en Facebook, en que prima la imagen y
las conversaciones entre amigos, Twitter
es un gran chat o foro autorregulado en el que el humor, la indignación e
incluso la mala leche fluyen sin límites previos. Da igual el tema: política,
deporte, cine…; cualquier asunto puede ser susceptible de convertirse en “Trending
Topic”.
Según se puede ver en esta infografía, al día se publican en Twitter alrededor de 400
millones de tuits. Una barbaridad. En este mapa podéis
observar de forma interactiva la vida
que Twitter tiene. La cantidad de destellos que iluminan el mapa mundial crea
una imagen futurista que, para mí, contiene algo de belleza. A pesar de que
sigamos a gente que conocemos -o hablemos con personas de nuestro entorno-, estamos ante una nueva era en la que la
comunicación nos permite conectarnos a tiempo real con millones de personas
alrededor del mundo.
Pero no
todo lo que pulula por Twitter existe en la realidad; también es interesante
conocer la existencia de innumerables cuentas no reales creadas con fines
comerciales. Según los datos, alrededor de 20 millones de cuentas son falsas.
Existen empresas que se dedican a crear perfiles y luego venderlos como posibles seguidores almejor postor . Es posible que tanto empresas como personalidades estén interesadas en tener
muchos “followers”, ya sea para posicionarse o para vender una imagen, pero lo
que realmente interesa es la calidad. Con calidad me refiero a aquellos
seguidores reales que te “retuitean”, te mencionan o interactúan contigo. Lo que
importa de verdad es que el contenido que mueves en Twitter tenga influencia. Que
te hagan caso en esta época de exceso de información es un éxito mayúsculo.
Twitter
es un fenómeno de masas, está claro; lo demuestran, entre otros factores, las
cuentas que son más seguidas. La del cantante Justin Bieber tiene 42 millones
de seguidores, siendo la que más éxito tiene. Si nos centramos en los
políticos, Obama es el líder indiscutible de Twitter con más de 33 millones de
seguidores.
Seguir a famosos da una sensación de cercanía que antes no existía, y eso, en
el mundo de la imagen, es algo que parece que seguirá siendo explotado por
distintas “celebreties”.
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