Los
partidos políticos -ya muy criticados desde hace años, no es algo nuevo -
suspenden, a nivel general, en cuestiones de transparencia. Ya lo dijo Robert
Michels, los partidos son organizaciones burocráticas que tienden a ser
controladas por una minoría . A esta situación de “ordeno y
mando” por parte de las élites, Michels la llamó “ley de hierro de la oligarquía”. Antiguamente esta citada ley se
cumplía debido a la complejidad de las organizaciones, que obligaba a tener
cuadros especializados que terminaban burocratizando la organización hasta
niveles exasperantes.
Hoy en
día, aunque la sociedad es cada vez más compleja, no tiene razón de ser no
abrir las puertas de aquellas organizaciones que gestionan nuestros impuestos y
nuestro voto, no sólo a sus militantes, sino a la sociedad en general. Ya
hablamos la semana pasada sobre distintas formas de democracia directa y de“ciberdemocracia”, ideas que están cogiendo fuerza en pleno apogeo de la
sociedad de la información. . Pero, aunque estos nuevos modelos vayan cogiendo fuerza, los
partidos políticos son por ahora imprescindibles o, dicho de otra forma, un mal necesario.
Si los
partidos son controlados por élites privilegiadas, es normal que no sean muy
propensos a facilitar información interna, de la misma forma que no se cortan
ni un pelo en implementar políticas públicas de recortes sociales cuando a
ellos no les afecta. Viven muy bien.
Pero
vayamos al grano. Lo que más nos interesa en relación con el desarrollo interno
de los partidos son las cuentas. Cuánto
cobran los políticos, con qué presupuesto trabajan, etc. Tras el caso Bárcenas
y la posible trama de financiación ilegal del PP, parece que estamos más sensibilizados
por conocer cómo se financian los partidos políticos. ¿Quién dona dinero? ¿A
cambio de qué? No seamos ingenuos, cuando alguien dona dinero a espuertas a un
partido de gobierno, por lo menos hay que sospechar. Pero está claro que, con
lo que cuestan las campañas electorales y cualquier evento de un partido en
general, el dinero es necesario. Investigar la procedencia de la financiación de cualquier partido puede hacernos ver qué
grupos de interés y de presión andan por detrás. Como se dice en la serie “The
Wire” ,
hay que seguir la pista del dinero.
La opacidad es lo contrario a la democracia. Si las organizaciones que
deben articular una sociedad abierta y plural son cerradas y antidemocráticas,
no podemos esperar que terminen por gestionar una democracia. La utilización de
la página web de los distintos partidos como plataforma de transparencia tiene
que ser un objetivo tan primordial como el de utilizarla a modo de panel
propagandístico; entre otras cosas, porque, hoy en día, si algo se exige a la
política es honestidad.
Pero,
retornando como siempre a mi realismo,
todavía no tengo muy claro si se castiga la corrupción en las urnas con la
contundencia que debería. Eso de “roba, pero hace algo” son palabras que me he
cansado de escuchar.
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