miércoles, 10 de julio de 2013

Fin de los convenios colectivos

La idea de progreso continuo en la que la vida va mejorando sin límite ninguno, a veces, se choca con la cruda realidad. Un ejemplo es el fin de 1.682 convenios colectivos que, según la nueva normativa laboral, no se verán prorrogados como hasta ahora. Es más importante de lo que parece, puesto que un convenio colectivo es un acuerdo entre representantes de la  empresa y de los trabajadores en el que se regulan, mediante una negociación, las condiciones laborales del ámbito del trabajo. Casi nada.

Los convenios pueden ser del ámbito de la empresa o de ámbito superior. Si es superior, por ejemplo, podríamos hablar del convenio colectivo del sector del metal, de oficinas y despachos, etc. En el ámbito de la empresa, son el comité de empresa y el empresario los que pactan las condiciones. Como en España la mayoría de las empresas tienen menos de tres trabajadores, los convenios a los que se acogerá el trabajador mayoritariamente serán de ámbito superior;  sin embargo, es posible que, si la empresa es grande, tenga un convenio propio en el que las condiciones han sido ampliamente mejoradas.

En ausencia de convenio, las condiciones del  trabajador se regulan por el estatuto de los trabajadores. Aquí la cuestión está clara: los convenios colectivos son una mejora evidente de  los derechos laborales en relación a los mínimos establecidos por el Estatuto.
¿Por qué, a estas alturas, se dinamita el concepto de negociación colectiva vía convenios? Pues porque antes de la reforma laboral del gobierno existía la “ultraactividad”. Esto es que, una vez caducado el convenio, se prorrogaba automáticamente. Ahora queda en suspenso y están obligados a negociar desde cero. La excusa es que las empresas tienen que tener flexibilidad para adaptarse a las circunstancias económicas existentes, pero no hay duda de que el asalariado pierde fuerza de negociación, viendo como cualquier mejora  puede ser historia en pocos años… o meses.

Ya ha salido en prensa cómo se reduce el número de contratos indefinidos  y seguiremos presenciando cómo se van atrofiando más y más las condiciones laborales. Tal y como expuse en mi último artículo de prensa, estamos ante una nueva clase social: el precariado. Una cosa es adaptarse a los tiempos y otra es volver  al mundo sociolaboral que había antes de la Segunda Guerra Mundial. Parece que, para unas cosas, avanzamos mucho, pero, para otras, vamos hacia atrás.


¿Qué nos espera ahora? No se sabe. La tendencia del gobierno es “liberalizar” un ámbito que consideraba rígido, pero que, desde mi punto de vista, lo que intentaba ser es garantista. Garantista porque protegía  las conquistas y derechos adquiridos por la vía de la negociación. Ahora se  profundiza más y más en ese concepto individualista del asalariado que debe mirar egoístamente por lo suyo, que es una visión que puede servir a algunas personas, pero en temas de empleo no podemos perder la visión general y social. Ya sabéis mi opinión: cooperando se consigue más que compitiendo.

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