sábado, 13 de julio de 2013

¿Saldremos de la recesión?



La teoría comúnmente aceptada define una recesión económica como dos trimestres consecutivos de crecimiento económico negativo. Según esto, nosotros llevamos varios años de recesión, lo que se convierte en una crisis o depresión económica de enorme magnitud.

Los foros de pensamiento económico han estado haciendo predicciones sobre cuándo dejaremos la crisis y “retornaremos” a la senda del crecimiento. Yo lo veo difícil, por varios motivos:


  • Un paro del 27% se traduce en mucha gente sin empleo. Reducir eso exigiría un esfuerzo por parte de las administraciones públicas que, con la obsesión por el déficit, veo complicado que se haga. Si lo que prima es el pago de la deuda, sujeta a movimientos especulativos de los mercados, es difícil articular políticas que estimulen la demanda agregada.
  • Según leo en la prensa, continúa la escasez de crédito para las PYMES. Además,  Alemania y otros países fuertes de Europa empiezan también a notar la crisis. Las exportaciones del país germano se están reduciendo, y es que la crisis de los países periféricos también afecta al centro.
  • No está muy claro que tengamos una banca saneada; de hecho, ya lo dicen desde instancias europeas, no tienen ni idea de cómo está la banca de la Unión , a pesar  de los miles de millones inyectados. La resaca de la burbuja inmobiliaria no se va y, si el Banco Central Europeo sigue primando el control de la inflación por encima del objetivo del empleo, la recesión puede continuar. No digo que la inflación sea la solución, pero parece que la austeridad tampoco.


Ya he comentado muchas veces, retomando la línea argumental de economistas críticos con la Troika, que nuestras PYMES -que representan la mayor parte del tejido empresarial español- dependen, en su mayoría, del consumo interno. Por lo tanto, exportar estará bien, pero no parece que a medio plazo este sector vaya a crear tres millones de puestos de trabajo. Otro elemento que me hace gracia es que se dice que nuestra balanza con el exterior muestra superávit: exportamos más que importamos. Las exportaciones pueden crecer, sí, pero lo que está claro es que han bajado las importaciones. Si consumimos menos de todo, también lo haremos de productos que vienen del exterior de España, por ejemplo, coches alemanes.

La discusión sobre si nuestro modelo productivo tiene que fomentar actividades de bajo valor añadido y excesiva temporalidad, como el turismo y el ocio, en contraposición a industrias más sólidas, es un debate eterno que no pone a todo el mundo de acuerdo. Todavía se siguen haciendo promociones para construir pisos, fomentando proyectos como Eurovegas, mientras que, por ejemplo, el Centro de Investigaciones Científicas está al borde del colapso por falta de presupuesto.

La economía internacional es algo muy complicado, por lo menos, para mí, que soy de letras. El capital necesita cada vez menos factor trabajo para reproducirse. Hoy los millones de euros se invierten en deuda pública, no en crear empresas y puestos de trabajo. Como dice Eduardo Punset en su libro “Viaje al optimismo” (que reseñaré en breve), el reto es repartir el trabajo, a la vez que debemos centrarnos no tanto en decir si los recursos son limitados, sino en promocionar el desarrollo del conocimiento y la investigación. La historia de la humanidad es la historia de la inventiva y la tecnología, lo que ha permitido modificar y mejorar las condiciones materiales de muchos y ha aumentado la esperanza de vida hasta límites nunca antes conocidos. Salir de la crisis exige innovación,  además de otras medidas, claro está.

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