En estos tiempos de incertidumbre y crisis económica, la innovación se presenta como la panacea para todos los males que nos adolecen. Creo que es cierto, no sólo la innovación tecnológica y científica, también la innovación de cada persona en su ámbito particular puede ayudarnos a mejorar ampliamente las condiciones de vida. Perder el miedo a los cambios parece ser un elemento importante a la hora de afrontar las grandes transformaciones que implica cualquier panorama social, económico o científico en un futuro no muy lejano
Sin
embargo, estamos cansados de ver cómo los más doctos investigadores se tienen
que ir de nuestro país por falta de oportunidades profesionales. No parece muy lógico que los grandes cerebros vivan de por vida con sueldos de becarios; eso,
cuando tienen la suerte de trabajar.
La
Fundación para la Innovación Tecnológica , ECOTEC, acaba de presentar su "Informe 2013 sobre Tecnología eInnovación en España”. Un estudio nada halagüeño sobre la situación de la
innovación. Me gustaría destacar una serie de datos.
- En primer lugar: según datos del INE, desde el 2008 hasta el 2011, el número de empresas con actividades innovadoras se redujo en un 43%. Las empresas con actividades de I+D se redujeron también, esta vez en un 36%. ¿Qué lectura sacamos de este panorama? Pues que con la crisis, la innovación también se resiente. Si las empresas no invierten en este área, la competitividad se basará en bajar salarios y precarizar aún más las condiciones laborales; o, por el contrario, las empresas que puedan cerrarán directamente la actividad y se trasladarán a otro país.
- En segundo lugar: un modelo productivo innovador es un modelo productivo basado en el valor añadido. No podemos querer ser un país desarrollado basándonos solo en el turismo de sol y playa, en burbujas inmobiliarias y otros sectores similares. El problema subyacente es que hacen falta tiempo e inversión para poder conseguir que la innovación dé sus frutos. La obsesión por el corto plazo está haciendo mella, destruyendo en un par de años lo que en décadas se tardó en levantar.
- En tercer lugar: según datos del Informe ECOTEC 2013, “el gasto total en I+D en España se situó en 14.184 millones de euros en 2011 (1,33% del PIB), lo que supone una reducción del 2,8% respecto al año anterior (…). La Administración redujo su gasto en I+D en 2011 un 5,7%, en la Enseñanza Superior, un 2,9%, y en las empresas, un 1,5%”.
- En cuarto lugar: habría que hablar del número de empleados que se dedican a esta actividad. En 2011 eran unas 215.079 personas las que trabajaban en innovación, de las cuales, el 60,6% eran investigadores. Este año se redujo por primera vez el número de investigadores del sector público, con una caída del 4,4%.
- En quinto lugar: es hora de compararnos con Europa. Mientras en España el gasto en I+D disminuye hasta alrededor del 1% del PIB, en los cinco principales países europeos aumentó situándose, en 2011, en el 3,4% del PIB.
Concluyendo,
parece ser que debemos tomarnos muy en
serio la innovación y el progreso del
conocimiento científico y tecnológico si queremos mejorar un modelo productivo
deteriorado como el nuestro. Tomemos nota.
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